10 mitos anti gay desmentidos
Desde que la cantante nacida de nuevo y promotora del comercial de jugo de naranja, Anita Bryant, ayudó a iniciar el movimiento anti gay moderno hace alrededor de 40 años, los grupos conservadores de la derecha religiosa han estado buscando maneras de demonizar a los homosexuales o, como mínimo, encontrar argumentos que impidan su normalización en la sociedad. Para la ex reina de belleza de Florida y su grupo Save Our Children (Salvemos a nuestros niños), los supuestos planes de hombres y mujeres homosexuales para “reclutar niños” en las escuelas fueron los que la motivaron para impulsar su lucha. Pero además de divulgar ese mito, las legiones de activistas anti gay que siguieron han agregado una amplia variedad de otros, que van desde la sumamente dudosa afirmación de que la orientación sexual es una elección, hasta las más puras mentiras como las afirmaciones de que los hombres homosexuales abusan de los niños mucho más que los heterosexuales o que las leyes contra los delitos de odio llevarán a la legalización de la zoofilia o la necrofilia. Estos cuentos de hadas son importantes para la derecha anti gay porque constituyen la base de su afirmación de que la homosexualidad es un mal social que debe suprimirse, una opinión rechazada por prácticamente todas las autoridades médicas y científicas relevantes. Asimismo, casi con toda seguridad, contribuyen a la violencia de delitos de odio dirigidos hacia la comunidad LGBT (lesbiana, gay, bisexual y transexual), que es la que sufre estos ataques con mucha mayor frecuencia que cualquier otro grupo minoritario en los Estados Unidos. A continuación se indican los 10 mitos principales propagados por el movimiento anti gay, junto con la verdad detrás de la propaganda.
MITO N.° 1
El porcentaje de hombres homosexuales que abusan de niños es mucho mayor que el de hombres heterosexuales.
EL ARGUMENTO
Representar a los hombres homosexuales como una amenaza para los niños puede ser el arma más potente para avivar los temores del público acerca de la homosexualidad, y para ganar las elecciones y el referéndum, tal como Anita Bryant descubrió durante su exitosa campaña de 1977 para derogar una ordenanza del Condado de Dade, Florida, que prohibía la discriminación contra las personas homosexuales. El desprestigiado psicólogo Paul Cameron, el abastecedor más ubicuo de la ciencia basura contra la homosexualidad, ha sido uno de los principales impulsores de este mito. A pesar de haber sido desacreditado reiteradas veces y públicamente, las organizaciones anti gay se siguen basando ampliamente en el trabajo de Cameron, aunque muchas ya no lo citan por su nombre. Otras han citado a un grupo llamado American College of Pediatricians (ACP, Colegio Estadounidense de Pediatras) para afirmar, tal como hizo Tony Perkins del Family Research Council (Consejo de Investigación Familiar) en noviembre de 2010, que “existen abrumadoras investigaciones que demuestran que la homosexualidad representa un peligro de abuso sexual para los niños”.
LOS HECHOS
Según la American Psychological Association (Asociación Estadounidense de Psicología), “los hombres homosexuales no tienen una mayor tendencia a abusar sexualmente de los niños que los hombres heterosexuales”. Gregory Herek, profesor de la Universidad de California, en Davis, que es uno de los principales investigadores del país de los prejuicios contra las minorías sexuales, analizó una serie de estudios y no encontró pruebas de que los hombres homosexuales abusen de los niños con mayor frecuencia que los hombres heterosexuales.
Los activistas anti gay que afirman esto alegan que todos los hombres que abusan de niños varones deben ser considerados homosexuales. Pero las investigaciones realizadas por A. Nicholas Groth, un pionero en el campo del abuso sexual de niños, demuestran que esto no es cierto. Groth descubrió que existen dos tipos de abusadores de menores: los obsesivos y los regresivos. El abusador de menores obsesivo, el estereotipo de pedófilo, no puede considerarse homosexual ni heterosexual porque “muchas veces siente repulsión hacia los adultos de ambos sexos” y con frecuencia abusa de menores de ambos sexos. Los abusadores de menores regresivos en general se sienten atraídos hacia otros adultos, pero pueden “experimentar una regresión” y centrarse en los niños cuando enfrentan situaciones estresantes. Groth descubrió, según indica Herek, que la mayoría de los abusadores regresivos eran heterosexuales en sus relaciones con adultos.
El Child Molestation Research & Prevention Institute (Instituto de Investigación y Prevención del Abuso Sexual Infantil) advierte que el 90% de los abusadores de menores se enfocan en los niños de su círculo de amigos y familiares, y que la mayoría son hombres casados con mujeres. Por lo tanto, la mayoría de los abusadores de menores no son personas homosexuales que merodean fuera de las escuelas, a la espera de poder arrebatar a los niños del patio de juegos, como tanto insinúa la retórica de la derecha religiosa.
Algunos ideólogos anti gay mencionan la oposición del ACP a la crianza de hijos por parte de padres del mismo sexo, como si la organización fuese una entidad profesional legítima. De hecho, el presunto colegio es una diminuta facción disidente de la organización de similar nombre: American Academy of Pediatrics (Academia Estadounidense de Pediatría), que cuenta con 60.000 miembros, y que requiere, como condición de la membrecía, que los miembros “sean fieles a las creencias fundamentales del grupo... [que incluyen] que la unidad familiar tradicional, encabezada por una pareja de sexos opuestos, representa muchos menos factores de riesgo en la adopción y la crianza de niños”. La American Academy of Pediatrics (Academia Estadounidense de Pediatría) describió la publicación Facts About Youth (Datos sobre la Juventud) de 2010 del grupo como una publicación que no reconoce las pruebas científicas y médicas relativas a la orientación sexual, la salud y la identidad sexual o la educación sanitaria eficaz. Francis Collins, director de los National Institutes of Health (Institutos Nacionales de la Salud), fue uno de los investigadores legítimos que dijo que los pediatras del ACP malinterpretaban las investigaciones de los institutos. “Para mí, es alarmante ver cómo grupos de intereses especiales distorsionan mis observaciones científicas para transmitir una opinión contra la homosexualidad”, escribió. “La información que presentan es engañosa e incorrecta”. Otro crítico de los pediatras de la ACP es el Dr. Gary Remafedi, un investigador en la Universidad de Minnesota que escribió una carta a ACP en la que reprende a la organización por haber usado incorrectamente su investigación.
A pesar de todo esto, la derecha anti-LGBT sigue diseminando este mito dañino e infundado, que probablemente sea el principal cargo difamatorio ejercido contra las personas homosexuales.
MITO N.° 2
Tener padres del mismo sexo es perjudicial para los niños.
EL ARGUMENTO
La mayoría de las organizaciones anti gay conservadoras están intensamente comprometidas, desde un punto de vista religioso y político, a la promoción de la familia nuclear tradicional como la única estructura para la educación saludable de los niños. Mantienen una creencia reflexiva de que tener padres del mismo sexo es perjudicial para los niños, aunque la naturaleza exacta de ese supuesto daño varía ampliamente.
LOS HECHOS
Ninguna investigación legítima ha demostrado que las parejas del mismo sexo son más perjudiciales o menos perjudiciales para los niños que las parejas heterosexuales.
La American Academy of Child & Adolescent Psychiatry (Academia Estadounidense de Psiquiatría Infantil y Adolescente) afirmó en el año 2013 que “las investigaciones actuales demuestran que los niños que tienen padres homosexuales no son distintos a los niños que tienen padres heterosexuales en lo que respecta a su desarrollo emocional o sus relaciones con pares y adultos” y “no tienen más probabilidades que los niños de padres heterosexuales de desarrollar problemas emocionales o de conducta”.
La American Academy of Pediatrics (AAP, Academia Estadounidense de Pediatría) afirmó en una declaración de políticas de 2002 que: “Una cantidad cada vez mayor de bibliografía científica demuestra que a los niños que se crían con uno o dos padres homosexuales les va tan bien como a los niños que tienen padres heterosexuales en el funcionamiento emocional, cognitivo, social y sexual. Esta declaración de políticas fue reafirmada en 2009 y en 2013, cuando la AAP manifestó su apoyo al matrimonio civil de parejas del mismo sexo y a los derechos de adopción y cuidado tutelar absolutos para todos los padres, independientemente de la orientación sexual.
La American Psychological Association (APA, Asociación Estadounidense de Psicología) manifestó en 2004 que “las parejas del mismo sexo son notablemente similares a las parejas heterosexuales, y que la eficacia de la crianza y la adaptación, el desarrollo y el bienestar psicológico de los niños no están relacionados con la orientación sexual de sus padres”. Además, la APA indicó que “las creencias de que los adultos homosexuales no son padres aptos no tienen fundamentos empíricos”. El año siguiente, en 2005, la APA publicó un resumen de los resultados de investigaciones sobre padres homosexuales, y reiteró que los estereotipos negativos comunes acerca de la crianza por parte de LGBT carecen de fundamentos.
Del mismo modo, la opinión oficial de la Child Welfare League of America (Liga del Bienestar del Niño de los Estados Unidos) con respecto a los padres del mismo sexo es que “los padres homosexuales y bisexuales son tan aptos para criar niños como sus contrapartes heterosexuales”.
En un análisis de investigaciones acerca de la crianza por parte de padres del mismo sexo realizado en 2010 por LiveScience, un sitio web de noticias científicas, no se encontraron diferencias entre los niños criados por padres heterosexuales y aquellos criados por padres homosexuales. En algunos casos, se encontró que los niños criados en hogares con padres del mismo sexo en realidad pueden estar mejor adaptados que en los hogares con padres heterosexuales.
Un estudio preliminar realizado en 2013 en Australia determinó que los niños de padres homosexuales no solo son más exitosos, sino que además pueden tener una mejor salud general y tasas más altas de cohesión familiar que las familias heterosexuales. El estudio es el intento con mayor magnitud del mundo por comparar a niños de padres del mismo sexo con niños de padres heterosexuales. El estudio completo se publicó en junio de 2014.
Sin embargo, la derecha anti-LGBT sigue usando este mito para denegarles derechos a las personas LGBT, ya sea a través de la distorsión de investigaciones legítimas o a través de “estudios” realizados por simpatizantes anti-LGBT, como un artículo en el 2012 conocido popularmente como el estudio de Regnerus. La finalidad del artículo del profesor de sociología de la Universidad de Texas Mark Regnerus era demostrar que tener padres del mismo sexo es perjudicial para los niños. El estudio recibió casi $1 millón en financiamiento de laboratorios de ideas anti-LGBT, y aunque el mismo Regnerus admitió que su estudio no demuestra lo que la gente dice con respecto a los “daños” de la crianza por parte de padres del mismo sexo, se sigue difundiendo como “prueba” de que los niños están en peligro en los hogares con padres del mismo sexo. Desde la publicación del estudio, ha sido desacreditado completamente debido a su metodología defectuosa y su financiamiento sospechoso. En 2013, Darren Sherkat, un erudito nombrado para revisar el estudio por el periódico académico que lo publicó, manifestó al Southern Poverty Law Center (Centro Legal de Pobreza Sureña) que “descarta” completamente el estudio, e indica que Regnerus “ha sido desacreditado” y que el estudio fue “malo … de baja calidad”. En la primavera de 2014, el Departamento de Sociología y la Facultad de Artes Liberales de la Universidad de Texas se distanciaron públicamente de Regnerus, el día después de que él atestiguó como “perito experto” contra la prohibición de Michigan del matrimonio entre personas del mismo sexo. El juez de ese caso, Bernard Friedman, determinó que el testimonio de Regnerus era “completamente inverosímil y que no valía la pena considerarlo seriamente”, y decretó que la prohibición de Michigan del matrimonio entre personas del mismo sexo era inconstitucional. A pesar de todo esto, los grupos anti-LGBT siguen utilizando el estudio de Regnerus en los Estados Unidos y en el exterior como una herramienta para elaborar políticas y leyes anti-LGBT.
MITO N.° 3
Las personas se vuelven homosexuales porque fueron abusadas sexualmente de niños o porque hubo una deficiencia en el modelo de roles sexuales de sus padres.
EL ARGUMENTO
Muchos activistas de la derecha anti homosexual afirman que la homosexualidad es un trastorno mental ocasionado por algún trauma psicológico o aberración en la infancia. Este argumento se utiliza para rebatir la observación común de que nadie, ya sea homosexual o heterosexual, elije conscientemente su orientación sexual. Joseph Nicolosi, un fundador de la National Association for Research and Therapy of Homosexuality (Asociación Nacional para la Investigación y la Terapia de la Homosexualidad), dijo en 2009 que “si traumatizamos a un niño de una manera particular, crearemos una condición homosexual”. También ha dicho en reiteradas ocasiones, “Padres, si no abrazan a sus hijos, otro hombre lo hará”.
Un efecto secundario de este argumento es la demonización de los padres de homosexuales, que se terminan preguntando si no pudieron proteger a sus hijos del abuso sexual o si fracasaron como modelos de roles de alguna manera importante. En octubre de 2010, el profesor de estudios sobre las familias, Walter Schumm, de la Universidad del Estado de Kansas publicó un estudio relacionado en la Journal of Biosocial Science británica, que solía ser la Eugenics Review. Schumm sostenía que las parejas homosexuales tienen más probabilidades de criar hijos homosexuales que las parejas heterosexuales a través de un modelo de “comportamiento homosexual”. Schumm, quien también ha argumentado que las relaciones lésbicas son inestables, tiene conexiones con el desacreditado psicólogo y fabulista anti-LGBT Paul Cameron, autor de numerosos “estudios” completamente infundados acerca de los supuestos males de la homosexualidad. Los críticos del estudio de Schumm advierten que, al parecer simplemente ha incluido datos anecdóticos, lo que da como resultado una muestra parcial.
LOS HECHOS
Ningún estudio científicamente sólido ha relacionado de manera absoluta la orientación o identidad sexual con los modelos de rol de los padres o el abuso sexual en la infancia.
La American Psychiatric Association (Asociación Estadounidense de Psiquiatría) señaló en una hoja informativa del año 2000, disponible en el sitio web de la organización en el que se abordan cuestiones relacionadas con homosexuales y bisexuales, que el abuso sexual no parece ser más frecuente entre los niños que crecen y se identifican como homosexuales o bisexuales que entre los niños que crecen y se identifican como heterosexuales.
De modo similar, la National Organization on Male Sexual Victimization (Organización Nacional de Victimización Sexual Masculina) señala en su sitio web que “los expertos en el área de la sexualidad humana no creen que las experiencias sexuales prematuras tengan un rol significativo en la orientación sexual en los últimos años de la adolescencia o la adultez” y agregó que es poco probable que alguien pueda hacer que otra persona sea homosexual o heterosexual.
Advocates for Youth (Defensores de la Juventud), una organización que opera en los Estados Unidos y en el exterior en el área de la salud sexual y reproductiva adolescente también ha indicado que el abuso sexual no “hace” que los jóvenes heterosexuales se vuelvan homosexuales.
En 2009, el Dr. Warren Throckmorton, un psicólogo en el Christian Grove City College, señaló en un análisis que “las investigaciones sobre el abuso sexual en las poblaciones de LGTB muchas veces se usan incorrectamente para sacar conclusiones acerca de la causa [de la homosexualidad]”.
MITO N.° 4
Las personas LGBT no viven tanto como las personas heterosexuales.
EL ARGUMENTO
Las organizaciones anti-LGBT, que procuran promover la heterosexualidad como la “elección” más saludable, con frecuencia mencionan la expectativa de vida supuestamente más corta y la salud física y mental más deficiente de los homosexuales como motivos por los que no se les debe permitir adoptar ni criar niños.
LOS HECHOS
Esta falacia se puede vincular directamente con la desacreditada investigación de Paul Cameron y su Family Research Institute (Instituto de Investigación Familiar), específicamente un artículo de 1994 que coescribió titulado “La Expectativa de Vida de los Homosexuales”. Con base en obituarios recolectados de periódicos para la comunidad homosexual, él y sus dos coautores llegaron a la conclusión de que los hombres homosexuales morían, en promedio, a los 43 años, en comparación con una expectativa de vida promedio en ese momento de alrededor de 73 años para todos los hombres estadounidenses. Sobre la base de los mismos obituarios, Cameron también afirmó que los hombres homosexuales tienen 18 veces más probabilidades de morir en accidentes automovilísticos que los hombres heterosexuales, 22 veces más probabilidades de morir de ataques cardíacos que los hombres blancos y 11 veces más probabilidades que los hombres negros de morir por la misma causa. También llegó a la conclusión de que las lesbianas tienen 487 veces más probabilidades de morir por asesinato, suicidio o accidentes que las mujeres heterosexuales.
Increíblemente, estas afirmaciones se han convertido en elementos básicos de la derecha anti gay y con frecuencia se han reflejado en muchas otras áreas importantes. Por ejemplo, William Bennett, el Secretario de Educación durante la presidencia de Reagan, utilizó las estadísticas de Cameron en una entrevista de 1997 en el programa “This Week” de ABC News.
Sin embargo, como casi todas sus “investigaciones”, la metodología de Cameron es sumamente deficiente, claramente porque la muestra que seleccionó (los datos de los obituarios) no era remotamente representativa desde el punto de vista estadístico de la población LGBT en su conjunto. Incluso Nicholas Eberstadt, un demógrafo del conservador American Enterprise Institute (Instituto Norteamericano de la Empresa), ha llamado a los métodos de Cameron “simplemente ridículos”.
Las organizaciones anti-LGBT también han intentado respaldar esta afirmación mediante la distorsión del trabajo de investigadores legítimos, como un estudio realizado en 1977 por un equipo canadiense de investigadores relacionado con los hombres homosexuales y bisexuales viviendo en Vancouver a finales de la década de los ochenta y principios de la década de los noventa. Los autores del estudio se dieron cuenta de que los grupos anti-LGBT estaban tergiversando su trabajo y publicaron una respuesta en la que criticaron a los grupos.
MITO N.° 5
Los homosexuales controlaban el partido nazi y ayudaron a organizar el Holocausto.
EL ARGUMENTO
Esta afirmación proviene directamente de un libro de1995 titulado The Pink Swastika: Homosexuality in the Nazi Party (La esvástica rosa: homosexualidad en el partido nazi) de Scott Lively y Kevin Abrams. Lively es el fundador virulentamente anti gay del grupo Abiding Truth Ministries (Ministerios de la Verdad Permanente) y Abrams es el organizador de un grupo denominado International Committee for Holocaust Truth (Comité Internacional de la Verdad del Holocausto), que se creó en 1994 y que incluía a Lively como miembro.
El argumento principal de Lively y Abrams es que los homosexuales no fueron víctimas del Holocausto. Más bien, Hitler buscó deliberadamente a hombres homosexuales para su círculo íntimo porque su “inusual brutalidad” lo ayudaría a llevar adelante el partido y planificar el Holocausto. De hecho, “el partido nazi fue controlado completamente por militares homosexuales a lo largo de su breve historia”, afirma el libro. “Si bien no podemos decir que los homosexuales provocaron el Holocausto, no debemos ignorar su rol central en el nazismo”, señalan Lively y Abrams. “Al mito del 'triángulo rosa', la idea de que todos los homosexuales en la Alemania nazi fueron perseguidos, debemos responder con la realidad de la 'esvástica rosa'”.
Estas afirmaciones han sido recolectadas por algunos grupos y personas anti gay, incluido Bryan Fischer de la American Family Association (Asociación Estadounidense de la Familia) como prueba de que las personas homosexuales son violentas y trastornadas. El libro también ha atraído a un público entre los líderes de la iglesia anti gay en el este de Europa y entre los activistas anti gay de habla rusa en los Estados Unidos.
LOS HECHOS
The Pink Swastika ha sido rotundamente desacreditado por historiadores legítimos y otros eruditos. Christine Mueller, profesora de historia en Reed College, hizo en 1994 una refutación línea por línea de un artículo anterior de Abrams sobre el tema y de la afirmación más general de que el partido nazi estuvo “completamente controlado” por homosexuales. El historiador Jon David Wynecken en el Grove City College también refutó el libro, y destacó que Lively y Abrams no realizaron ninguna investigación primaria por su cuenta, sino que utilizaron citas fuera de contexto de algunas fuentes legítimas mientras que ignoraron la información de esas mismas fuentes que iba en contra de su tesis.
El mito de que los nazi toleraban la homosexualidad surgió en la década de los treinta, y lo iniciaron los opositores socialistas al nazismo como una difamación contra los líderes nazi. Los historiadores verosímiles creen que solo uno de los seis líderes del círculo interno de Hitler, Ernst Röhm, era homosexual. (Röhm fue asesinado por orden de Hitler en 1934). Los nazis consideraban que la homosexualidad era un aspecto de la “degeneración” que trataban de erradicar.
Cuando el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán de Hitler llegó al poder en 1933, reforzó rápidamente los actuales castigos de Alemania contra la homosexualidad. Heinrich Himmler, jefe de seguridad de Hitler, anunció que la homosexualidad se “eliminaría” en Alemania, junto con el mestizaje entre las razas. Los historiadores estiman que se arrestaron entre 50.000 y 100.000 hombres por homosexualidad (o sospecha de homosexualidad) bajo el régimen nazi. Estos hombres eran enviados rutinariamente a campos de concentración, donde miles murieron.
Himmler expresó su punto de vista sobre la homosexualidad de la siguiente manera: “Debemos exterminar a estas personas de raíz. …No podemos permitir este tipo de peligro para el país; los homosexuales deben ser completamente eliminados”.
MITO N.° 6
Las leyes contra los delitos de odio llevarán al encarcelamiento de los pastores que critican la homosexualidad y a la legalización de prácticas como la zoofilia y la necrofilia.
EL ARGUMENTO
Los activistas anti gay, que durante mucho tiempo se han opuesto a la inclusión de las personas LGBT entre aquellas protegidas por la legislación contra los delitos de odio, han aseverado reiteradamente que tales leyes llevarían al encarcelamiento de las figuras religiosas que predican en contra de la homosexualidad, parte de un intento de obtener el apoyo de la comunidad religiosa en general para su posición. Janet Porter de Faith2Action, por ejemplo, fue una de las tantas personas que sostuvieron que la Ley Federal Contra la Prevención de los Delitos de Odio Matthew Shepard y James Byrd Jr., promulgada por el presidente Obama en octubre de 2009, provocaría el “encarcelamiento de pastores” porque “sanciona los discursos contra la agenda homosexual”.
En una afirmación relacionada, los activistas anti gay aseguraron que la ley llevaría a la legalización de los trastornos psicosexuales (parafilias), como zoofilia y pedofilia. Bob Unruh, un periodista cristiano conservador que dejó The Associated Press en 2006 por el conspirativo sitio de noticias de la derecha, WorldNetDaily, dijo poco antes de que se aprobara la ley federal que esto legalizaría “las 547 formas de desviación sexual o 'parafilias' enumeradas por la American Psychiatric Association”. Esta afirmación fue repetida por muchas organizaciones anti gay, incluido el Illinois Family Institute (Instituto de la Familia de Illinois).
LOS HECHOS
La afirmación de que las leyes contra los delitos de odio podrían ocasionar el encarcelamiento de aquellos que “se oponen al estilo de vida homosexual” es falsa. La Primera Enmienda establece la sólida protección de la libertad de expresión, y la jurisprudencia deja en claro que incluso un predicador que sugiera públicamente que se debería matar a las personas homosexuales estaría protegido.
Asimismo, las leyes contra los delitos de odio, que estipulan sanciones más severas cuando las personas son acosadas debido a su “orientación sexual” (entre otros factores), tampoco “protegen a los pedófilos”, como Janet Porter y muchos otros han afirmado. Según la American Psychological Association (Asociación Estadounidense de Psicología), la orientación sexual hace referencia a la heterosexualidad, la homosexualidad y la bisexualidad, no a parafilias como la pedofilia. Las parafilias, según la definición (pdf; puede requerir un navegador diferente) de la American Psychiatric Association se caracterizan por deseos o comportamientos sexuales dirigidos hacia personas que no dan su consentimiento o aquellos incapaces de dar su consentimiento, como los niños, o que implican la angustia psicológica, las lesiones o la muerte de otra persona.
Por otra parte, incluso si los pedófilos, por ejemplo, estuviesen protegidos por una ley contra los crímenes de odio, aunque dicha ley no se ha sugerido ni considerado en ningún lugar, eso no legalizaría ni “protegería” la pedofilia. La pedofilia es una actividad sexual ilegal y una ley que sancionara con más severidad a las personas que atacan a los pedófilos no cambiaría eso.
MITO N. ° 7
Permitir que las personas que se declaran abiertamente como homosexuales presten servicio militar, perjudicaría a las fuerzas armadas.
EL ARGUMENTO
Los grupos anti gay se han opuesto terminantemente a permitir que las personas que se declaran abiertamente como homosexuales presten servicio en las fuerzas armadas, no solo debido a su supuesto temor de que la preparación para el combate se verá afectada, sino también porque los militares siempre se han considerado la “meritocracia” más pura en los Estados Unidos (las fuerzas armadas se integraron racialmente con éxito mucho antes que la sociedad civil estadounidense, por ejemplo). Si los homosexuales prestan servicio con dignidad y eficacia en esta “meritocracia”, eso indica que no existen fundamentos racionales para discriminarlos de ninguna manera.
LOS HECHOS
Hombres y mujeres homosexuales han prestado servicio desde hace mucho tiempo en las fuerzas armadas estadounidenses, aunque bajo la política “Don't Ask, Don't Tell” (DADT, “No preguntes, no lo digas”) que rigió sobre los militares entre 1993 y 2011, no podían hacerlo abiertamente. Al mismo tiempo, personas homosexuales han prestado servicio abiertamente durante años en las fuerzas armadas de 25 países (al 2010), entre los que se incluyen Gran Bretaña, Israel, Sudáfrica, Canadá y Australia, según un informe publicado por el Palm Center, un laboratorio de ideas políticas en la Universidad de California en Santa Bárbara. El informe del Palm Center llegó a la conclusión de que levantar las prohibiciones contra el personal de servicio que declara abiertamente su condición de homosexual en estos países “no ha tenido impactos negativos sobre la moral, el reclutamiento, la retención, la preparación o la eficacia general en combate”. Las transiciones exitosas a las nuevas políticas se atribuyeron a las señales claras de apoyo al liderazgo y un enfoque en un código de conducta uniforme sin tener en cuenta la orientación sexual.
Una encuesta de Military Times realizada en 2008 a personal militar en servicio activo, con frecuencia mencionada por los activistas anti gay, manifestó que el 10 % de los encuestados dijo que considerarían abandonar el servicio militar si se aboliera la política DADT. Esto hubiese significado que alrededor de 228.000 personas podrían haber abandonado el servicio militar con la abolición de la política en 2011. Pero una revisión de esa encuesta realizada en 2009 por el Palm Center señaló una gran disparidad entre lo que los soldados dijeron que harían y sus acciones reales. Se observó, por ejemplo, que mucho más del 10 % de los oficiales de West Point en la década de los setenta dijo que abandonarían el servicio si se admitieran mujeres en la academia. “Pero cuando la integración se convirtió en una realidad”, dice el informe, “no hubo éxodos masivos; las opiniones resultaron ser solo opiniones”. Del mismo modo, una encuesta realizada en 1985 a 6.500 miembros del servicio canadiense y otra realizada en 1996 a 13.500 miembros del servicio británico revelaron que casi dos terceras partes expresaron fuertes reservas con respecto a prestar servicio con homosexuales. Sin embargo, cuando esos países levantaron las prohibiciones sobre el servicio de las personas que se declaran abiertamente como homosexuales, prácticamente nadie abandonó el servicio por ese motivo. “Ninguna de las espantosas predicciones de catástrofes se hizo realidad”, señala el informe del Palm Center.
A pesar del hecho de que hombres y mujeres homosexuales han prestado servicio abiertamente en las fuerzas armadas desde septiembre de 2011, los grupos anti-LGBT siguen afirmando que el personal que se declara abiertamente homosexual causa problemas en las fuerzas armadas, entre los que se incluyen afirmaciones de abuso sexual por parte de soldados homosexuales a los soldados heterosexuales. El Palm Center desmiente esta afirmación, y en un análisis determinó que la abolición de la DADT no ha tenido “ningún impacto negativo general sobre la preparación militar o las dimensiones de sus componentes”, incluida la violación sexual. El Departamento de Defensa de los Estados Unidos publicó un informe en 2012 que señaló, según el Secretario de Defensa en ese momento, Leon Pannetta, que la abolición de la DADT se estaba implementando satisfactoriamente y que no estaba teniendo impacto sobre la preparación, la cohesión o la moral.
MITO N.° 8
Los homosexuales son más propensos a desarrollar enfermedades mentales y a consumir drogas y alcohol.
EL ARGUMENTO
Los grupos anti-LGBT no solo quieren describir la orientación sexual como algo que se puede cambiar, sino también demostrar que la heterosexualidad es la “elección” más conveniente, incluso si se dejan de lado los argumentos religiosos. El argumento secular que más utilizan los grupos anti-LGBT en ese aspecto es que la homosexualidad es intrínsecamente poco saludable, tanto mental como físicamente. Como resultado, la mayoría de los grupos de la derecha anti-LGBT rechazan la decisión tomada en 1973 por la American Psychiatric Association (APA) de eliminar la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales. Algunos de estos grupos, incluida la organización particularmente conservadora Traditional Values Coalition (Coalición por los Valores Tradicionales), afirman que “activistas homosexuales” lograron infiltrarse en la APA para influenciar su decisión.
LOS HECHOS
Todas las principales organizaciones profesionales de salud mental mantienen la postura oficial de que la homosexualidad no es un trastorno mental.
La American Psychological Association afirma que ser gay es tan saludable como ser heterosexual, e indicó que el trabajo de la Dra. Evelyn Hooker en la década de los cincuenta comenzó a desmantelar este mito. En 1975, la asociación emitió una declaración que decía, en parte, que “la homosexualidad, en sí misma, no implica ningún impedimento en el juicio, la confiabilidad ni las capacidades sociales y vocacionales en general”. La asociación ha manifestado claramente en el pasado que la “homosexualidad no es ni una enfermedad mental ni una depravación mental. … Numerosos estudios documentan la salud mental de hombres y mujeres homosexuales. Los estudios del juicio, la estabilidad, la confiabilidad y la adaptabilidad social y vocacional demuestran que hombres y mujeres homosexuales se desempeñan tan bien como los heterosexuales”.
La American Psychiatric Association indica que la homosexualidad no es un trastorno mental y que todas las principales organizaciones profesionales de salud lo confirman. La organización eliminó la homosexualidad de su manual oficial de diagnósticos en 1973 luego de una extensa revisión de la bibliografía científica y de realizar consultas a expertos, que concluyeron que la homosexualidad no es una enfermedad mental.
Si bien es cierto que las personas LGBT suelen sufrir tasas más altas de ansiedad, depresión y enfermedades y conductas relacionadas con la depresión, como el abuso de drogas y alcohol que la población en general, eso se debe a la histórica estigmatización social de la homosexualidad y a la violencia dirigida hacia las personas LGBT, no debido a la homosexualidad en sí. Los estudios realizados durante los últimos años han determinado que es el estrés de ser un miembro de un grupo minoritario en una sociedad muchas veces hostil —y no la identidad LGBT en sí— lo que explica los niveles más altos de enfermedades mentales y consumo de drogas.
Richard J. Wolitski, un experto en asuntos de salud pública y estado de los grupos minoritarios en los Centers for Disease Control and Prevention (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades), lo expresó de la siguiente manera en 2008: “Las desventajas económicas, el estigma y la discriminación… aumentan el estrés y disminuyen la capacidad de los individuos [en los grupos minoritarios] de afrontar el estrés, lo que a su vez contribuye a una salud física y mental deficiente”.
Ya en el año 1994, los factores estresantes externos se reconocieron como una posible causa de la angustia emocional de las personas LGBT. Un informe presentado por el Council on Scientific Affairs (Consejo sobre Asuntos Científicos) en la reunión intermedia de la AMA House of Delegates (Casa de los Delegados de la Asociación Médica Estadounidense) con respecto a la terapia reparativa (“ex homosexual”) señaló que la mayor parte de los disturbios emocionales que sufren los homosexuales en relación con su identidad sexual no se basa en causas psicológicas, sino en “una sensación de alienación en un entorno poco tolerante”.
En 2014, un estudio realizado por varios investigadores en las principales universidades importantes y en la Rand Corporation, determinó que las personas LGBT que viven en comunidades y en circunstancias altamente anti-LGBT enfrentan graves problemas de salud e incluso la muerte prematura debido a la estigmatización social y la exclusión. Uno de los investigadores, el Dr. Mark Hatzenbuehler, un profesor de ciencias sociomédicas en la Escuela Mailman de Salud Pública de la Universidad de Columbia, dijo que los datos recopilados en el estudio indican que “las minorías sexuales que viven en comunidades con altos niveles de prejuicio contra los homosexuales tienen un mayor riesgo de mortalidad, en comparación con aquellas que viven en comunidades menos prejuiciosas”.
La homosexualidad no es una enfermedad mental ni un problema emocional y ser LGBT no significa estar mentalmente enfermo, contrario a lo que dicen las organizaciones anti-LGBT. Más bien, la estigmatización social y el prejuicio al parecer contribuyen a la aparición de las disparidades de salud en la población LGBT, que incluyen angustia emocional y psicológica y mecanismos de defensa dañinos.
MITO N° 9
Nadie nace homosexual.
EL ARGUMENTO
Los activistas anti gay se oponen firmemente a la concesión de protecciones de derechos civiles “especiales” a los homosexuales que son similares a los otorgados a los estadounidenses negros y otras minorías. Pero si las personas nacen homosexuales, de la misma manera que las personas no pueden elegir si son negras o blancas, la discriminación contra los hombres y mujeres homosexuales sería mucho más difícil de justificar. Por consiguiente, las fuerzas anti gay insisten en que la orientación sexual es un comportamiento que se puede cambiar, no una característica inmutable.
LOS HECHOS
La ciencia moderna no puede precisar de manera concluyente qué es lo que determina la orientación sexual, pero una gran cantidad de estudios sugieren que es el resultado de factores tanto biológicos como ambientales, no una “elección” personal. Un estudio sueco de gemelos realizado en 2008 (el estudio de gemelos más grande del mundo) publicado en The Archives of Sexual Behavior (Archivos del Comportamiento Sexual) llegó a la conclusión de que “el comportamiento homosexual depende en gran medida de factores genéticos y ambientales aleatorios”. El Dr. Qazi Rahman, coautor del estudio y destacado científico en orientación sexual humana, dijo: “Este estudio pone un paño de agua fría sobre cualquier inquietud de que estamos buscando un 'gen homosexual’ único o una variable ambiental única que podría utilizarse para 'seleccionar' la homosexualidad; los factores que influyen en la orientación sexual son complejos. Y no nos referimos únicamente a la homosexualidad, el comportamiento heterosexual también se ve afectado por una combinación de factores genéticos y ambientales”. En otras palabras, la orientación sexual en general, ya sea homosexual, bisexual o heterosexual, es una combinación de factores genéticos y ambientales.
La American Psychological Association (APA) afirma que la orientación sexual “varía a lo largo de un continuo” y reconoce que a pesar de todas las investigaciones sobre las posibles influencias genéticas, hormonales, sociales y culturales en la orientación sexual, los científicos aún deben descifrar las causas exactas de la orientación sexual. De todas formas, la APA concluye que “la mayoría de las personas experimentan poco o ningún sentido de elección acerca de su orientación sexual”. En 1994, la APA señaló que “la homosexualidad no es una cuestión de elección individual” y que las investigaciones “sugieren que la orientación homosexual se define muy temprano en el ciclo de la vida, posiblemente incluso antes de nacer”.
La American Academy of Pediatrics (Academia Estadounidense de Pediatría) manifestó en 1993 (actualizado en 2004) que “la homosexualidad ha existido en la mayoría de las sociedades desde que se dispone de descripciones documentadas de las creencias y prácticas sexuales” y que incluso en esa época “la mayoría de los expertos en el área indican que la orientación sexual no es una elección… las personas no eligen ser homosexuales o heterosexuales”.
Existen dudas sobre qué determina específicamente la orientación sexual en general, pero la ciencia más actual reconoce que es una combinación compleja de factores biológicos, ambientales y posiblemente hormonales, pero que nadie elige una orientación.
MITO N.° 10
Las personas homosexuales pueden dejar de ser homosexuales.
EL ARGUMENTO
Si las personas no nacen homosexuales, como afirman los activistas anti gay, entonces debería ser posible para las personas dejar de ser homosexuales. Esta opinión es respaldada entre los activistas anti gay motivados desde el punto de vista religioso por la idea de que la práctica homosexual es un pecado y que los humanos tienen la voluntad propia de rechazar los deseos pecaminosos.
En los últimos años han surgido algunos ministerios religiosos “ex gay” con el objetivo de enseñarles a las personas homosexuales a convertirse en heterosexuales, y estos se han convertido en los principales impulsores de la afirmación de que los homosexuales, con la ayuda de terapia psicológica y las enseñanzas cristianas, pueden “salir de la homosexualidad”. El ahora desaparecido Exodus International, el más grande de estos ministerios, una vez expresó, “¡No tienes que ser homosexual!” Mientras tanto, en una rama más secular, la National Association for Research and Therapy of Homosexuality (Asociación Nacional para la Investigación y la Terapia de la Homosexualidad) se describe a sí misma como “una organización científica profesional que ofrece esperanza a quienes luchan contra la homosexualidad no deseada”.
LOS HECHOS
La terapia “reparativa” o de reorientación sexual, el fundamento pseudocientífico del movimiento ex gay, ha sido rechazada por todas las organizaciones médicas, psicológicas, psiquiátricas y de asesoramiento profesional establecidas y reconocidas de Estados Unidos. En 2009, por ejemplo, la American Psychological Association (Asociación Estadounidense de Psicología) adoptó una resolución, acompañada de un informe de 138 páginas, que repudiaba la terapia ex gay. El informe concluyó que las pruebas contundentes indicaban que los casos de personas que pasaban de ser homosexuales a ser heterosexuales eran “raros” y que “muchas personas seguían experimentando atracción sexual por personas del mismo sexo” después de la terapia reparativa. La resolución de la APA agregó que “no existen pruebas suficientes para respaldar el uso de las intervenciones psicológicas para modificar la orientación sexual” y les pidió a los “profesionales de la salud mental que evitaran malinterpretar la eficacia de los esfuerzos por modificar la orientación sexual mediante el fomento o la promesa de un cambio de orientación sexual”. La resolución también afirmó que los sentimientos románticos y sexuales entre personas del mismo sexo eran normales.
Una gran cantidad de organizaciones profesionales médicas, científicas y de asesoramiento en los Estados Unidos y en el exterior han hecho declaraciones sobre el daño que puede causar la terapia reparativa, particularmente si se basa en el supuesto de que la homosexualidad es inaceptable. Ya en 1993, la American Academy of Pediatrics (Academia Estadounidense de Pediatría) indicó que “la terapia orientada específicamente a modificar la orientación sexual está contraindicada, ya que puede provocar culpa y ansiedad, mientras que tiene poco o ningún potencial para lograr el cambio de orientación”.
La American Medical Association (Asociación Médica Estadounidense) se opone oficialmente a la terapia reparativa que “se basa en el supuesto de que la homosexualidad de por sí es un trastorno mental o que se basa en un supuesto a priori de que la persona debe modificar su orientación homosexual”.
La Pan-American Health Organization (Organización Panamericana de la Salud), el organismo internacional de salud pública más antiguo del mundo, hizo una declaración en 2012 que decía, en parte: “Los servicios que pretenden ‘curar’ a las personas con orientación homosexual carecen de justificación médica y representan una seria amenaza a la salud y al bienestar de las personas afectadas”. La declaración continúa: “En ninguna de sus manifestaciones individuales la homosexualidad constituye un trastorno o una enfermedad y, por lo tanto, no requiere cura”.
Algunas de las pruebas más sorprendentes, y hasta anecdóticas, de la ineficacia de la terapia de reorientación sexual han sido los numerosos fracasos de algunos de sus defensores más fervientes. Por ejemplo, el fundador de Exodus International, Michael Bussee, dejó la organización en 1979 junto con un compañero consejero de hombres ex gay porque los dos se habían enamorado. Entre otros ejemplos se encuentra George Rekers, un ex miembro de la junta de la NARTH (Asociación Nacional para la Investigación y la Terapia de la Homosexualidad) y anteriormente un destacado investigador de la derecha cristiana anti-LGBT que, según se reveló, estuvo involucrado en una relación amorosa con alguien del mismo sexo en 2010. John Paulk, el ex símbolo de la campaña masiva ex gay “Love Won Out” (El amor triunfará) a finales de la década de los noventa, ahora vive como un hombre homosexual feliz. Y Robert Spitzer, un preeminente psiquiatra cuya investigación realizada en 2001 parecía indicar que algunas personas homosexuales habían cambiado su orientación, repudió su propio estudio en 2012. Las organizaciones anti-LGBT habían utilizado ampliamente el estudio de Spitzer como “prueba” de que se puede cambiar la orientación sexual.
En 2013, Exodus International, anteriormente uno de los ministerios ex gay más grandes del mundo, cerró después de que su director, Alan Chambers, presentara una disculpa a la comunidad LGBT. Chambers, que está casado con una mujer, ha reconocido que su atracción hacia personas del mismo sexo no ha cambiado. En una conferencia en 2012, dijo: “La mayoría de las personas que he conocido, y diría que con mayoría me refiero al 99,9 %, no han experimentado un cambio en su orientación ni han llegado a un punto en el que podrían decir que nunca podrían ser tentados o que no se sienten tentados de ninguna manera ni experimentan algún nivel de atracción hacia el mismo sexo”.
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